RELACIÓN: LENGUAJE Y CURRICULO
EN EL ÁMBITO EDUCATIVO
Somos parte de una sociedad donde el lenguaje ha sido una herramienta que nos ha servido, entre otras cosas, para acceder a las diversas manifestaciones del conocimiento; así el lenguaje posibilita dos funciones esenciales y complementarias: la representación y la comunicación, ambas permiten la autorregulación del pensamiento, que sucede cuando, después de analizar y evaluar algo, volvemos y nos preguntamos, confirmamos nuestras ideas, las validamos o corregimos si es necesario. Además, no olvidemos que el lenguaje facilita y propicia la interacción social.
Sabemos que la comunicación se establece a través de discursos que generan textos orales y escritos, que los estudiantes sean capaces de producirlos y comprenderlos es tarea de la escuela y, por tanto, de los docentes.
Hoy en día es necesario que desde la institución escolar se entienda a la enseñanza de la lengua como tarea de los docentes de todas las áreas y asignaturas; los usuarios competentes de la lengua pueden comprender la multitud de mensajes que recibimos, evaluar la información, verificar su validez y adoptar posturas al respecto. Formar ese tipo de individuos es uno de los propósitos de la educación básica en Colombia.
En la escuela el lenguaje ocupa un lugar relevante porque, además de ser un instrumento insustituible en el proceso de enseñanza-aprendizaje, es en sí mismo objeto de estudio. En este punto resulta necesario reflexionar en torno a la imposibilidad de construir conocimientos sin el lenguaje.
Desde la escuela, ¿a quién le corresponde propiciar que los estudiantes desarrollen habilidades comunicativas?, ¿que sean usuarios competentes del lenguaje oral y escrito?, ¿sólo al docente de lengua? Daniel Cassany, Martha Luna y Gloria Sanz en su libro Enseñar lengua afirman: “Si entendemos el aprendizaje de la lengua como un aprendizaje de los diferentes usos de la lengua, es evidente que el mejor especialista para el uso de los lenguajes específicos de Física es el profesor o profesora de Física. Pedir que los alumnos sean rigurosos en la formulación o en la definición de principios, que eviten la ambigüedad en la redacción o que hagan un esquema antes de empezar a desarrollar un tema, es una cuestión de todos los profesores que trabajan con un mismo alumno y no es competencia exclusiva del profesorado de Lengua. Hay que recordar esta máxima:
todos los profesores son maestros de lengua”
Por ser el lenguaje un término muy amplio se revisan entonces las políticas colombianas en materia de enseñanza en documentos de planeación educativa, como los lineamientos curriculares en lengua castellana, los estándares de lenguaje y el decreto 2343; también en algunos que apuntan a evaluar el lenguaje en los estudiantes desde el punto de vista oficial: Pruebas SABER e ICFES .
María Cristina Martínez invita a reflexionar acerca de la necesidad de una búsqueda de bases epistemológicas para la enseñanza del lenguaje, que permita en los estudiantes el desarrollo de competencias para la comprensión y el aprendizaje a partir del texto escrito. Propone abordar la naturaleza verbal de las inferencias y la importancia que el proceso multinivel del texto escrito tiene en la realización de las deducciones adecuadas para el logro de una buena comprensión del texto y de aprendizaje de los contenidos que en él se encuentran. Esta propuesta, se refiere a las diferencias entre el texto escrito y el oral, no sólo en su presentación final, también en su proceso de construcción. Este asunto es clave, pues esas diferencias hay que tenerlas en cuenta a la hora de orientar y evaluar en la escuela asuntos tan diferentes y complejos como la oralidad, la lectura y la escritura, estos últimos basados en la expresión escrita. Cuando se orienta gramática también hay que tener en cuenta si el interés es la oralidad o la escritura, aunque en la escuela, y resulta comprensible por sus propósitos de formación, la oralidad se orienta pensando en las condiciones y cualidades de la expresión escrita.
De este modo, el ajuste curricular enfatiza las competencias discursivas –capacidad de producir textos- y las competencias pragmáticas que ponen acento en elementos de comprensión, lectura crítica de las intenciones de los mensajes de los textos con los que interactúan, y adecuación cultural y social de sus propias emisiones, entre otras. Ambas son completamente nuevas en el currículum y para ello se requiere de enfoques didácticos que permitan articular una transferencia (o trasposición) desde este saber disciplinar hacia un saber enseñable y sortear además las barreras de los contenidos y la instrumentalización.
María Cristina Martínez, “El procesamiento multinivel del texto escrito ¿un giro discursivo en los estudios sobre la comprensión de textos?” En revista Lenguaje No. 32 (Nov. 2004), Escuela de ciencias del Lenguaje, Universidad del Valle, p. 29.